lunes, 19 de octubre de 2009

Una muesca al Cid

Hace ya 7 meses que quedó una cuenta pendiente en el Cid, cuando una tormenta nos empezó a caer encima y tuvimos que batirnos en retirada, dejando pendiente en la libreta subir la más significativa cumbre del valle por su cara más salvaje, y aplazado un nuevo intento primero por la maldita lesión y, después porque en verano un intento por esa vía es igual a morir deshidratado.
Pero este fin de semana, con un sol radiante y una buena temperatura, volvíamos a preparar los instrumentos de asedio para volver a intentar asaltar la atalaya del Cid.
La vía elegida, llamada Rafael Vercher, sale de 5/5+ durante la mayor parte de sus 150 metros, exceptuando el último largo, donde nada más salir de la reunión te encuentras una placa de 6a, incómoda para chapar por la posición de los parabolt.
Acabamos haciendo esta vía porque como montañeros del Vinalopó tenemos cierta predilección por esta cumbre, cercana y mítica donde nos iniciamos como senderistas, recorriendo de críos los caminos que llevan a su cumbre, y después en la escalda, ya que la ferrata situada en su cara norte suele ser el primer contacto con la verticalidad. Por todo esto, volvimos a intentarlo y nos encontramos con que a pesar de que está muy bien equipada con parabolts todos los largos y las reuniones, íbamos a tener dificultades por todas las piedras sueltas. Si normalmente la vía estaba rota, la lluvias caídas estas últimas semanas habían dejado la cosa aún peor... Cada paso había que asegurarlo bien y comprobar en cada apoyo, que no te ibas a quedar con el canto en la mano o que al poner el pie se iba a desprender, pasando a tener que elegir en algunas ocasiones entre cantos buenos de dudosa consistencia o romo.
Pero esta situación hizo un poco más interesante la escalada, salir de la autopista que algunas veces supone la deportiva, donde a veces solo te limitas a buscar las manchas de magnesio que ha dejado tu predecesor para sacar la vía, y convertirse en un terreno de algo más de aventura, plantando algo de batalla como esperábamos de la montaña que hace honor a Rodrigo Díaz de Vivar, no nos podía poner tan fácil su conquista.
Finalmente, felices por haber conseguido un objetivo perseguido desde hace tiempo nos retiramos victoriosos por la senda tantas veces pateadas y que en esta ocasión tiene un sabor especial.
(+ info de la vía: Escaladas en Alicante medio y alto Vinalopó)

martes, 6 de octubre de 2009

Despues de la tormenta, llega la escalada

Y por fin buen tiempo... No estamos acostumbrados por estas latitudes levantinas a tanta lluvia y casi a acabar desplazarnos en canoa como unos gondoleros venecianos, de manera que, después d
e tormentas y lluvias casi ininterrumpidas durante dos semanas, el sol ha vuelto a calentar las tapias, y como si de una sargantana cualquiera se tratara, nos escapamos a tomar el sol.
Asi que, cargados con los trastos, y en vista de que el calor iba a hacernos compañía, nos plantamos tempranito para echar la mañana buscando agarres y disfrutando de la roca en dos vías sencillas, clásicas por excelencia de la peña del rey, la Blanes (4/4) y la Marco Antoni, (5/5) por la variante reequipada con parabolt, porque eso chapar a unos clavos que pertenecen casi a la prehistoria de la escalada de la zona, pues como que no inspira mucha confiaza.
Hacía tiempo que no paraba por esta escuela que, para mi, es una de las que más me gusta de alrededor. Las vías, (de entre 5 y 6b la mayoría) de unos 60 metros aproximadamente sobre buena roca y bien equipadas permiten disfrutar de unas vistas esplendidas de Sax, Villena y todo el valle del Vinalopó.