Un puente se aproxima y entre mi libreta de proyectos aparece esta imagen, que una vez vi entre las nubes de una ventisca, después de una marcha muy pesada y larga entre el frío y la lluvia que cayó aquel día de agosto mientras atravesábamos el glaciar en busca del paso de fé que nos llevaría hasta el fin de nuestra peregrinación a rendirle honores al monarca del pirineo.
Una ascensión sufrida de la que quedó una espina para una vuelta en mejores condiciones, para ver y disfrutar el paisaje de estos montes que tal vez ahora se deje querer más que en nuestra primera cita, con un nuevo plan más íntimo y tentador como es abandonar la peregrinación de la renclusa por la arista sur, disfrutando más de la roca, sintiendo su tacto, acariciandola en busca de agarres para poder seguir progresando. Algo distinto a lo que he hecho siempre aunque sin llegar a ser demasiado complicado
Una ascensión sufrida de la que quedó una espina para una vuelta en mejores condiciones, para ver y disfrutar el paisaje de estos montes que tal vez ahora se deje querer más que en nuestra primera cita, con un nuevo plan más íntimo y tentador como es abandonar la peregrinación de la renclusa por la arista sur, disfrutando más de la roca, sintiendo su tacto, acariciandola en busca de agarres para poder seguir progresando. Algo distinto a lo que he hecho siempre aunque sin llegar a ser demasiado complicado