Vuelven a dar las 8 de la mañana sentado delante del ordenador de la oficina mientras que el aparato perezoso comienza a dar señales de vida miro el café recien hecho y como el azucar se diluye en el fondo a cada vuelta de la cucharilla. Es la rutina de cada mañana: Preparar un café y disfrutar de unos instantes de paz mientras que los compañeros entran y les saludo mecánicamente, yo sigo absorto en mis pensamientos disfrutando del aroma del café, hasa que algo fuera de lo común llega a mí... Un aroma tiempo atrás olvidado que hace que mire a mi alrededor para buscarla como si despertara de una pesadilla sin saber muy bien donde estoy.
Era el perfume de la felicidad, era el perfume que podía sentir a cada abrazo, a cada beso, cada vez enredaba mis dedos entre tus cabellos, era tu perfume y sabía que cada vez que lo disfrutaba era feliz de estar a tu lado. Hasta que un día hizo que todo eso cambiara y ahora solo me recuerda el dolor que se siente cuando tu corazón estalla en mil pedazos.
Poco después descubro la fuente cuando una compañera se acerca a saludar, y tras saludarme le pregunto si había cambiado de perfume.
- Si, ¿que te parece como huele?- Me pregunta
- Simplemente duele- Le contesto.
Era el perfume de la felicidad, era el perfume que podía sentir a cada abrazo, a cada beso, cada vez enredaba mis dedos entre tus cabellos, era tu perfume y sabía que cada vez que lo disfrutaba era feliz de estar a tu lado. Hasta que un día hizo que todo eso cambiara y ahora solo me recuerda el dolor que se siente cuando tu corazón estalla en mil pedazos.
Poco después descubro la fuente cuando una compañera se acerca a saludar, y tras saludarme le pregunto si había cambiado de perfume.
- Si, ¿que te parece como huele?- Me pregunta
- Simplemente duele- Le contesto.